viernes, 31 de mayo de 2013

Neguri (III)

Llevas la inmensidad del mar encerrada en tu pecho, tu aliento destila sal y la espuma de las olas enmarca tu iris y tu pupila. Dices que echas de menos la costa, sin darte cuenta de que todo lo que añoras está dentro de ti. Y yo, tan difícil de retener y de contar como la arena, me quedo a tu lado, esperando que laves mis costados y compactes mi materia, que me moldees a tu gusto y deseo, que me destruyas y me rehagas a tu antojo, sabedora de que, aunque lo intente, no podré escapar del abrazo de tu resaca nocturna.

miércoles, 29 de mayo de 2013

Mapas (I)

Camina con los ojos cerrados. Si los abriera dejaría de sentir el áspero roce del viento y no podría escuchar los suspiros del aire. La gente la mira, pero no le importa, porque no los ve, sólo los intuye y el mal hace menos daño si no tiene forma, si se reduce a una mancha indeterminada que acecha al otro lado de la cortina. Algunos le gritan, dándole instrucciones para que no se estrelle contra un árbol, ni sea atropellada por un camión, pero ella conoce de sobra el camino y todos y cada uno de sus obstáculos. Son mapas tatuados en su instinto y en las plantas de sus pies, puzles que aprendió a encajar cuando todavía dormía en cuna, líneas de puntos que unen los lunares de su espalda. Sólo él estaba sin trazar. Por eso no pudo evitar chocar.

domingo, 26 de mayo de 2013

Cementerios (I)

Desde que no estás, mi casa es un cementerio de ropa sin enterrar, de artículos en desuso sin clasificar, de platos sucios sin fregar, de facturas sin ordenar. Miro por la ventana y sueño con el mar, con el viento que genera las olas y la espuma que eriza su calma. No hay reproches por mi parte. Entiendo que era fácil la elección, pero si me aparto del centro de la tierra se quebrará mi voz. Seguirte no es una opción. He de quedarme para rellenar el lado izquierdo de mi colchón, fingiendo que no me invade el frío del hemisferio vacío, obviando el vaho que exhala mi aliento, otorgando densidad al tiempo ceniciento y cruento. En el piso de arriba alguien tira de la cadena del váter. En el de al lado gritan animando a su equipo. El de abajo suena a sepulcro de horas muertas. Cojo el teléfono y hago tres llamadas, sólo para asegurarme de que aún existo, de que aunque tú me olvides hay gente que no lo hará. Cena fría y ducha caliente, antes de regresar a la cama a dormir tu ausencia, a soñarte como penitencia por no retenerte con violencia, dejando que como un globo de helio ascendieras hasta las inalcanzables nubes. Juego a que no existes. Cierro los ojos y espero, pero tengo miedo. Si me desvelo no podré acunarme entre tus dedos ni abrigarme con las hebras de tu pelo.

jueves, 23 de mayo de 2013

Impulsos (I)

Impulsos. Impulsos que te dominan, que te obligan a hacer cosas que no debieras, que no tienen sentido ni razón de ser, pero que adquieren entidad casi tres años después de su perpetración. Voces. Voces que te hablan en sueños. También cuando estás despierta. Que te explican la lógica divina que encierran tus actos obsesivos compulsivos y las aparentes casualidades que te han traído hasta aquí. Poco a poco armas el puzle en 3D. Dicen que todos tenemos un don. El tuyo es abandonarte a los designios de tus manos, no impedir la realización de sus deseos, borrando el culpable rastro del arrepentimiento. Paulo Coelho se equivoca. El universo sólo ayuda a quienes aceptan sus caprichos y confían en la sabiduría de sus planes más ocultos, a quienes saltan sin red ni chaleco salvavidas, a quienes, cuando no nadan, vuelan.

domingo, 19 de mayo de 2013

Tormentas (II)

No hay leyes que rijan la aproximación de nuestros cuerpos, pero sí su inevitable y necesaria separación. La casualidad del encuentro. La certeza del adiós. Una pincelada roja tiñe tu voz. El dolor. El amor. Una ficción. Ya no juego a la ruleta. El destino es más fuerte que el azar. Una vez te vi mirando el mar. Inmensidad. Tempestad. Eternidad. Tú me contemplaste llorar sin ningún tipo de piedad. Extraña mezcla de bondad y maldad. Ácido sabor a imposibilidad con exceso de sal.

viernes, 17 de mayo de 2013

Caídas (IV)

Puede que después de todo no fuera cierto, que no te borrará ni el viento, ni el tiempo, ni la calidez de otro aliento o puede que sí, que cuando te prometí olvidarte lo conseguí. Pero hoy me tropiezo contigo y caigo al suelo. Sé que si miro hacia arriba no podré levantarme, pero al mirar hacia abajo me encuentro con tu mano tendida, dispuesta a ayudarme, a ejercer de palanca e izarme. No eres más que un callejón sin salida y yo una rata naufragada que bracea a la deriva.

jueves, 16 de mayo de 2013

Cuando me eches de menos, ella ya no estará

Si la quieres a ella, no me lo digas. Finge que no es así. Engáñame a mí y engáñate a ti. Demasiado tiempo juntos para renunciar al ruido de tus pisadas al marchar a trabajar. Demasiadas horas muertas esperando una petición de mano que ni viene ni vendrá. Demasiados minutos suicidados con el veneno de quien se sabe más importante entre todos los insignificantes. Demasiados segundos ahorcados con el alambre de tus promesas incumplidas. No tires todo por la borda. No arrojes nuestro amor al wáter y aprietes el botón de la cadena. No soporto esta insulsa obra de teatro. Te pido que actúes y te limitas a recitar la verdad. Ni siquiera Hamlet escupía a la cara tantos pedazos de realidad. Quédatela. Fóllatela. Reviéntala. Úsala. Tírala. Cuando me eches de menos, ella ya no estará.

miércoles, 15 de mayo de 2013

Cataclismos (I)

Los días en los que se producen los grandes cambios son exactamente iguales a aquéllos en los que nada muta a nuestro alrededor. Ningún indicio externo anuncia los giros de 180º. Ningún síntoma interno advierte de la proximidad de la destrucción de nuestros cimientos más básicos. Te levantas por la mañana sin sospechar que tu mundo está a unas horas de volverse del revés. Actúas como si todo fuera bien. Haces lo que haces siempre. Caminas, hablas, trabajas, te paras, escuchas, comes, corres, lees, cenas... Todo transcurre por el cauce predeterminado y tú te ufanas de la simplicidad de la mente divina, desposeída de la capacidad para sorprenderte mínimamente. Entonces, sin previo aviso, tiene lugar el gran cataclismo y ya nada volverá a ser como antes. No se trata sólo de que el golpe te haya pillado con la guardia baja, es que sabes que nunca podrás recuperarte de ese gancho de izquierdas. Tu inseguridad innata se desmigaja y tus creencias más firmes se vuelven de cristal. Tratas de huir de lo que no se puede huir y, al darte cuenta del callejón sin salida en el que te hallas metida, sólo se te ocurre escalar la empinada pared que te puede separar de la red que te quiere retener, pero las puntas de tus dedos carecen de la adherencia necesaria para caminar en vertical y te quedas mirando al cielo, buscando una estrella fugaz a la que pedir un deseo que sabes que jamás se te concederá.

lunes, 13 de mayo de 2013

Derrotas (IV)

Pienso en todas las derrotas anteriores, en el dolor y las lágrimas que provocaron. Querría que desaparecieran, pero sé que si no hubieran existido no estaría aquí. Algunos creen que soy fuerte. Otros que extraordinariamente débil, frágil, vulnerable. Ninguno de ellos tiene razón, porque ninguno sabe lo que cuesta, lo que escuece, lo que hiere. Sé que me levantaré de ésta, siempre lo hago, por difícil que parezca, incluso cuando deseo que mi cara permanezca pegada al asfalto, respirando el sudor de los vencidos, algo tira de mí, irguiéndome, empujándome, espoleándome. No quiero seguir luchando, pero, si me rindo, ellos habrán ganado.

domingo, 12 de mayo de 2013

Naufragios (I)

Estás metida hasta el cuello, pringada hasta las cejas, pero aún piensas que existe solución, que puedes sobrevivir indemne al naufragio. No te hundes con el barco. Hace tiempo que saltaste por la borda para nadar con los delfines y, sin embargo, lo único que has hecho hasta ahora es pelear a dentelladas con los tiburones. No te quieren, pero eres tú quien los hiere. Tus colmillos son más agudos que los suyos. Tus aletas mucho más firmes a la hora de fijar el rumbo. Nada en la espesura de la nada. Sumérgete en la hora más oscura de la madrugada. No te importe la ausencia de linternas. Hay salidas que sólo se encuentran a tientas.

lunes, 6 de mayo de 2013

Nocturno (II)

Hueles a sexo y yo a cansancio. Demasiadas noches en vela, imaginando, palpando, soñando, saboreando, jugando con la idea de apretarte entre mis piernas. Mis manos no me dejan dormir. Te sienten dentro de mí. Me derrito, aunque no estés aquí. Tu piel, tus ojos miel, el lunar izquierdo de tu sien. Tus dedos sosteniendo medio cigarrillo, más apagado que encendido. Tus labios, succionando la poca nicotina que le queda, reactivando la lumbre, resucitando el humo. Tu saliva lamiendo el filtro. Tus manos amasando el aire. Tu media sonrisa de James Dean. Tus pupilas enfebrecidas. Tu frente fruncida. Tu entrepierna reprimida. Mi gemido suicida. Un callejón sin salida. Huelo a sexo y tú a cansancio. Demasiadas horas observando, esperando una señal, un cambio de luces que te permitiera pasar, una bajada de bandera que te incitara a acelerar, un sí claro y rotundo, que no dejara resquicio a la duda, que desatara la locura, que asaetara la cordura. Un revolcón de madrugada. Un polvo de mañana. Una siesta fuera de la cama. Olemos a sexo y a cansancio. La dilatación de nuestros cuerpos sobrepasa las fronteras del colchón. Sudor. Saliva. Semen. Sudor. Saliva. Semen. Sudor. Saliva. Semen. Sudor. Saliva. Semen. Pisamos un suelo profilácticamente enmoquetado hasta llegar al baño. El agua no nos calma ni relaja, ni siquiera enfría los pedazos de dos almas ancladas a unos cuerpos que al unirse se han partido. Suena un teléfono que despierta las alarmas. No debí mentirle, pero hay cosas que es mejor no decirle. Se acaba el juego. El ruego lo dejas para luego, para cuando sea inapelable la necesidad de volver a encender el fuego. Reptas entre los postigos de la ventana de mi dormitorio. La literalidad de las palabras no sirve para explicar ciertos desastres. La verdad sólo se intuye a través de las metáforas. Escribo sin comprender nada de lo que digo. Me pongo el abrigo. Te busco entre mis amigos. Cuando te encuentro, respiro. La noche tamiza mi retahíla de suspiros. Es duro no tocarte. Es imposible no besarte.

sábado, 4 de mayo de 2013

La masa aplaude

A veces escribo cosas sin sentido, sin que me importe lo que los demás puedan pensar o crean adivinar. No soy yo quien lo decide. Nunca he controlado los actos de mis palabras. Mucho menos las consecuencias de sus actos. No es que me lave las manos, como Pilatos, es que no puedo asumir una responsabilidad que me es ajena, extraña, externa. Aunque no me creas, esto no va de ti ni de mí, sino de otros que viven sin vivir. Siempre ha sido así, pero el número de sordos se ha multiplicado exponencialmente con el transcurso del tiempo. Ya nadie escucha las historias que flotan en el aire y se enroscan en las muñecas de venas palpitantes. Los escritores prefieren hablar de sí mismos. También la gente corriente. Me gustaría que ése fuera mi caso, pero si hablara de mí significaría que sólo soy un personaje de ficción. Cogito ergo sum. El método era bueno, pero Descartes se equivocó con la verdad indubitada. Esta noche de farolas encendidas y velas apagadas se escapa por las ranuras de la puerta blindada. Me pongo a dieta, con la esperanza de ser tan delgada como ella y lograr así huir de esta prisión de trajes y corbatas negros y grises, tan oscuros como el tiempo del destierro. A veces lloro. Otras no. El silencio del reloj no detiene el lento avance del tiempo. Tus dedos tapan dos agujeros de la flauta. Tu boca sopla un pedazo de viento. La masa aplaude. Yo no.

viernes, 3 de mayo de 2013

Canción truncada

Es una canción que no te atreviste a terminar. Te daba demasiado miedo enfrentarte a la verdad, escribirla en su totalidad, sin una coma de menos ni un punto de más. Cuando el pánico de llegar hasta el final se convirtió en insoportable, paraste en seco y pasaste el resto de tu vida tratando de convencer a los demás de que aquel minuto y medio era todo lo que tenías que aportar al mundo. En realidad era cierto. El resto resultaba imposible de afrontar.