domingo, 20 de abril de 2014

Tormentas (V)

Cerillas que prenden bajo la lluvia. Besos de tinta y papel. Pestañas que apuñalan la madrugada. Gemidos de vaho que empañan el otro lado del espejo. Mis dedos patinan sobre el cristal. Palabras impronunciables arañan el hielo. Moquea la angustia. Estornuda el hastío. Tose la inseguridad de estar contigo. Quisiera escapar del abrazo del tiempo, liberarme de la tiranía de este espacio, recortar los flecos de la tristeza arrastrada por el suelo. Quisiera acuchillar el parquet hasta que sangren las termitas que lo habitan. Cruje la escarcha de este invierno sin exorcizar. Tiemblan los reproches que no te atreves a formular. El viento escupe a nuestras caras ráfagas de huracanes de ultramar. Ni la omnipotencia de los dioses podrá evitar que se destruya aquello que nunca debió empezar.

miércoles, 16 de abril de 2014

Semana Santa linarense

Sólo dos días para comprobar si, por fin, podemos disfrutar de un Viernes Santo sin amenaza de lluvia.

La costilla de Adán

Te negué más de mil veces y cuando, por fin, me decidí a afirmarte fuiste tú quien me negaste, sólo una vez, pero para siempre. Y yo, obediente costilla, desaparecí sin dejar más rastro que el eterno dolor que ahora azota tu costado.

martes, 15 de abril de 2014

lunes, 14 de abril de 2014

Humo (III)

Y ahora que te me escapas de las manos es cuando realmente me arrepiento de no haberte encerrado entre mis piernas.

Semana Santa linarense

Después de un soleado Domingo de Ramos, sólo quedan cuatro días para el Jueves Santo. Esperemos que este año ni una sola nube aparezca en el cielo.


domingo, 13 de abril de 2014

Tu sangre

Aunque no sea yo quien te regaló la vida, la sangre que corre por tus venas me pertenece. Hace tiempo te abriste las muñecas y me la ofreciste. Yo la acepté, la bebí, me sumergí en tus vasos sanguíneos, entré a formar parte de ti, me hice amiga de tus glóbulos rojos y aniquilé a todos los virus que amenazaban con envenenar tu fluido vital. Te purifiqué y te curé antes de que volvieras a rasgar tus muñecas, tratando de expulsarme de ti. Me lanzaste a la nada y contemplaste cómo me asfixiaba sin transportar el oxígeno que nutre tus células. Pero hallé la manera de sobrevivir hasta el día en que tuviera la oportunidad de volver a penetrar en ti. Me licué, transformándome en tinta china de color azul. Dibujé palabras sobre los folios de tu escritorio y esperé pacientemente a que tropezaras con mi trampa. La cita no tardó en llegar. Tú recogías la mesa y yo recitaba los versos sin sentido en que me había convertido. Por un instante, capté tu atención y me leíste por encima, antes de rasgarme en mil pedazos y tirar el confeti resultante a la papelera donde yacen todos tus desechos. Pero para entonces ya había conseguido mi objetivo. El afilado borde de mi lengua de papel rasgó tu carne de metal, abriéndome la puerta para conquistar lo que protegían tus murallas. Te escocí, pero esta vez no te diste cuenta de que volvía a sumergirme en tus arterias, envenenando poco a poco y en silencio aquello que una vez purifiqué. Aunque no sea yo quien te regaló la vida, la sangre que corre por tus venas me pertenece y sólo yo decidiré cuándo deja de fluir.

sábado, 12 de abril de 2014

jueves, 10 de abril de 2014

Callad, callad, malditos

Sé que mi lugar no está aquí, que no comparto nada con vosotros, ni siquiera el aire que yo inspiro y que vosotros sólo escupís a la cara de los que os rodean. Quisiera dejar de oír el siseo de los sapos y culebras que reptan por vuestra garganta, pero no puedo y no entiendo cómo lográis seguir viviendo con semejantes alimañas obstruyendo vuestras vías respiratorias y digestivas. Quisiera que os ahogarais en vuestro propio vómito, negro, espeso, infecto, putrefacto, que un bombardeo de Napal os eliminara de la faz de esta tierra de ignorantes decadentes que aún se creen el centro de la Vía Láctea. El sol hace tiempo que no gira en torno a nosotros, pero vosotros os negáis a girar en torno a él, creyendo que, si os paráis, el universo entero dejará de moverse. Callad, callad, malditos, no pronunciéis más palabras virulentas, cerrad vuestras bocas de cobardes y dejad que la verdad, andrajosa y herida, se abra paso entre las zarzas de la mentira. Vuestros murmullos sibilinos no conseguirán aniquilar la luz de lo que es cierto. Su exangüe llama permanecerá encendida hasta que el vivificador aliento de las generaciones venideras sirva de fuelle a sus designios. Pero hoy me duele la certeza de que no contemplaré su triunfo y quisiera clavar mis uñas en vuestros rostros demudados, comprobar si la sangre fluye tras vuestras máscaras de payasos y fantoches, arrancar las cataratas que ahora nublan vuestros ojos divergentes. Tal vez mañana descorra el telón que oculta al que pretende ser Gran Mago de Oz. Ahora estoy cansada y también yo cierro los ojos, tratando de comprender la nada que os circunda.

Semana Santa linarense

Pues así, a lo tonto, ya sólo quedan tres días para el Domingo de Ramos y, al parecer, este año no habrá que preocuparse por la lluvia.



miércoles, 9 de abril de 2014

Cementerios (II)

Si volviera atrás me gustaría poder decir que haría las cosas de otra manera, que enmendaría o, al menos, trataría de enmendar los errores cometidos, pero no es cierto. Soy lo que soy gracias a todas y cada una de mis equivocaciones y, por más que diga lo contrario, en el fondo, no querría ser de ninguna otra manera. En mi mente revivo el pasado, analizando las piedras con las que tropecé, adivinando la estrategia adecuada para evitar las caídas que me desollaron las rodillas; pero jamás asumiría las catastróficas consecuencias que podrían derivarse de evitar alguna de esas heridas. No me arrepiento de nada, por más que aún me escueza el recuerdo de algunas espinas. Sólo repaso los años ya vividos para obtener lecciones que me ayuden a afrontar un futuro que siempre me parece incierto, ahora más que nunca. Crees que todo sería distinto si tuviéramos otra oportunidad, sin comprender que, por más que nos empeñemos, algunas personas siempre seremos fieles a nosotros mismos, eternamente constreñidos por nuestra larga lista de defectos y virtudes. No puedo, pero, sobre todo, no quiero modificar lo que yace a mis espaldas. Hay que enterrar a los muertos, pero extirparlos de nuestra mente no nos ayudará a seguir viviendo.

domingo, 6 de abril de 2014

Nocturno (V)

Tus dedos, manchados de la tinta de tus versos, tamborilean con desgana sobre el papel en el que viertes tus insomnios. Mis pupilas revolotean al compás de sus rítmicos movimientos, calculando el número exacto de usos indecentes que podría dar a tu índice, a tu corazón, a tu anular, a tu meñique y a tu pulgar. Cuando pierdo la cuenta, vuelvo a empezar, girando en círculos obsesivo-compulsivos en torno a la idea de que lo único que deberías (des)escribir es el contorno de mi cuerpo. Un nuevo estúpido concepto cruza tu mente divergente y retomas la pluma para tratar de dar forma a algo que, de por sí, carece de ella. Millones de palabras prohibidas cuelgan del techo de este cuarto comprimido, cárcel de las almas y los cuerpos que aún no han sido liberados de los grilletes del contrato social. El silencio de la madrugada secuestra un último suspiro. Nunca sabremos cuál de los dos no se atrevió a emitirlo.

jueves, 3 de abril de 2014

Caídas (VII)

Yo sueño con marcharme. Tú sueñas con volver. Los días pasan. Nada ocurre. Nuestras existencias permanecen inmutablemente insoportables o insoportablemente inmutables (el orden de los factores, a veces, sí altera el producto). Sólo nuestras mentes vuelan, mientras nuestros cuerpos permanecen anclados a suelos indeseados e indeseables. Quema el asfalto bajo la planta de los pies. Duele la tierra que no se siente como propia, aunque así se suponga que lo sea. De niños jugábamos a ser pájaros. Ahora no somos más que aves heridas que utilizan sus alas quebradas como excusa para no continuar a pie el camino que emprendimos al caer del nido. Ninguno de los dos cumpliremos lo que nos prometimos a nosotros mismos, porque somos adictos a la insatisfacción que provoca la derrota autoinfligida. Pero aún mantengo viva la esperanza de que un día nuestros sueños sean más fuertes que nuestra voluntad. Yo me iré y tú vendrás y ambos seguiremos añorando lo que no tenemos, tú a mí y yo a ti, mientras contemplamos un paisaje que ya no nos resultará extraño. Moriremos solos, pero el lugar ya no será el equivocado. O quizá sí. El piar de los pájaros siempre es el mismo.

miércoles, 2 de abril de 2014

Hambre (IV)

El tren ralentiza su marcha. Las tortugas aceleran el paso. Un lobo se camufla en el centro del rebaño. No morirás si saltas antes de llegar al túnel. Los Quelonios cruzan la meta mientras las liebres se echan la siesta. Los polvos de talco tiñen la piel del depredador, haciendo imposible que el pastor pueda reconocer el peligro. Se hace de noche en pleno día. Las corredoras de fondo se duchan dentro de su caparazón. La lana amortigua el dolor de los mordiscos. Vuelve a salir el sol. Morla y Casiopea no participarán en la media maratón de Nueva York. Un rastro de sangre marca el camino horadado por aquéllas que, sin saberlo, han perdido un pedazo de su carne. Regresas a tu asiento y contemplas el difuso paisaje que se desvanece al otro lado del cristal. En Boston, varios contenedores vuelan por los aires. Sólo se siente ahíto quien aún conserva restos de comida entre los dientes.

martes, 1 de abril de 2014

Autoengaños (III)

Miénteme bien. No insultes a mi inteligencia recubriendo la verdad con un fino y transparente velo que deja entrever todo lo que debería quedar oculto. En su lugar, maquilla la realidad con una espesa e impenetrable capa de pintura. Camúflala como a un guerrillero que lucha por conservar la vida. No dejes que la vea; pues, si lo hago, no podré volver a mirarte a la cara. ¿Cómo confiar en quien me toma por idiota? ¿Cómo seguir al lado de quien no me protege de una certeza que me atravesaría el bazo? ¿Cómo creer en quien no se molesta en borrar las huellas de la cara más inefable de sus actos?