En realidad hay muy poca gente a la que temer. Casi todos los escritores se empeñan en escribir un segundo libro, aunque el bueno sólo sea el primero. Y ¿quién no tiene miedo de algo?
Desgracidamente los temores son irracionales e inexplicables. No escogemos a qué tenemos miedo, sino que el miedo nos escoge a nosotros. Pero si pudiéramos decidir a qué temer, sin duda habría que elegir a quien no tiene miedo de nada. Sólo esa clase de personas pueden lograr cualquier cosa que se propongan. Sólo ellos son capaces de arriesgar todo lo que tienen por conseguir lo que quieren. Sólo ellos nos resultan impredecibles y, por tanto, inevitables.
4 comentarios:
Santo Tomás dijo:
Teme al hombre de un solo libro.
Ahora, si es de un solo libro, y no tiene miedo; cuidado.
En realidad hay muy poca gente a la que temer. Casi todos los escritores se empeñan en escribir un segundo libro, aunque el bueno sólo sea el primero. Y ¿quién no tiene miedo de algo?
Interesante. Entonces, ¿das por hecho que es posible temer voluntariamente?; toda es cuestión de reprimir la voluntad o ganas de hacer algo.
Desgracidamente los temores son irracionales e inexplicables. No escogemos a qué tenemos miedo, sino que el miedo nos escoge a nosotros. Pero si pudiéramos decidir a qué temer, sin duda habría que elegir a quien no tiene miedo de nada. Sólo esa clase de personas pueden lograr cualquier cosa que se propongan. Sólo ellos son capaces de arriesgar todo lo que tienen por conseguir lo que quieren. Sólo ellos nos resultan impredecibles y, por tanto, inevitables.
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