Tú, borracho, y yo, serena. Tu lengua descerrajando mis labios. Mis manos ancladas al peso que curva tu espalda. ¿Cómo y por qué nos alejamos? ¿Cuándo y dónde volvimos a colisionar? Tu boca en mi boca. Tu cuerpo fundido a mi cuerpo. El deseo licuando las entrañas. Me penetras mucho antes de llegar a hacerlo literalmente. Dentro, muy dentro, hasta el fondo y mucho más allá. Soy una película de nitrato de celulosa y tus dedos el aire que provoca mi combustión espontánea. Ardo sobre mí misma, curvando mi pelvis en posiciones imposibles. El alcohol que circula por tus venas fluye hasta las mías, emborrachando mis sentidos. Quiero y no quiero estar aquí. Quiero y no quiero romperme entre tus dientes. Y sé que está mal. No todo esto que sucede, sino todo aquello que no sucedió antes. Suéltame. Déjame ir. No te aferres a mí como Sean Thornton a Mary Kate Danaher. Pero la tormenta se desata, sellando nuestro error. Y muero contra una pared de gotelé que me acuchilla contra ti. Y lo siento todo con tanta claridad que me desangra.
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