martes, 24 de agosto de 2010

Sangre

Tu cuchilla de afeitar, en lugar de cortar tu barbilla, seccionó mi dedo corazón. Y, mientras contemplo el goteo de la sangre de mi herida menos mortal, pero más dolorosa, maldigo el filo de la navaja de tus palabras más hirientes y la punta del estilete de tu adiós menos inminente.

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