martes, 26 de julio de 2011

Pipas

Cuando se acabe la bolsa de pipas ya no tendremos ninguna escusa para no hincarnos el diente. Así que comemos sin prisa pero sin pausa, tan ansiosos como temerosos de alcanzar el fatal momento final. Una, dos, tres, cuatro... De repente, decides saltarte el guión, parar de sopetón e ir en busca de algo de alcohol. Dos litronas de cerveza y cinco bolsas de pipas después, con los labios escocidos y la lengua de trapo me dices que te lo has pasado muy bien, pero que vas a perder el tren. Contemplo tus palabras agrietadas y me decido a decirte la verdad: que lo he pasado fatal y que no te quiero ver más. Nunca me gustaron los amores adolescentes. Y a ti nunca te gustaron las pipas.

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