domingo, 1 de enero de 2012

Propósitos de Año Nuevo

Algún día escribiré una novela que no hable ni de ti ni de mí, ni de los besos que no te di. Será una novela prosaica, carente de metáforas, desnuda de hipérbatos y rimas asonantes. Me limitaré a narrar el lento devenir de los vulgares días de quienes nunca sintieron la necesidad de contemplar la luna llena anestesiada por un eclipse en descenso vertical desde la Estrella Polar. Sí, mi novela no contendrá frases como ésta, sino oraciones cortas y tajantes: sujeto, verbo y predicado, punto y seguido, comienza el bucle, vacía el buche. Será una novela anodina de personajes planos y trama liminal, un auténtico best-seller plagado de sangre, sexo, nieve y mucho frío. O puede que sea mejor que la sangre y el sexo se diluyan en el cálido mar Mediterráneo de mediados de agosto. Habrá chicas desnudas que se tapan con una sábana después de follar y hombres que se tatúan el nombre de esas púdicas chicas después de una noche de borrachera. Sí, habrá toneladas de alcohol, sexo, drogas y rock & roll. Pero todo será limpio, inmaculado, aséptico y desinfectado. No existirán cuerpos fluidificados ni fluidos de cuerpos solidificados. Nada de rímel corrido ni de pintalabios desvaído. Dios salve al waterproof. Los borrones nunca estuvieron bien vistos. Tampoco los años en blanco. Sí, es cierto, no puedo escribir algo así, pero ya no quiero hablar ni de ti ni de mí. Tan sólo quiero mentir y fingir que ese patético mundo de cartón piedra merece la pena y debe existir.

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