Este mar sabe cosas de mí que los seres humanos ni siquiera intuyen; porque este mar ha compartido mis mareas, penetrado en mis heridas, salinizado mi sangre y centrifugado mis lágrimas. Este mar está dentro de mí y yo dentro de él. Este mar conoce de memoria cada uno de mis miedos e inseguridades, no sólo los que han sobrevivido a todos mis naufragios, sino también aquéllos que logré ahogar en mitad de alguna de las más fieras de mis tormentas. Este mar desveló mis sueños más adolescentes y también vislumbró los que regirían mis insomnios adultos; pero, sobre todo, este mar fue barbitúrico de mis pesadillas más cruentas. Este mar te dibujó desde el principio en la espuma de sus olas, pero yo no quise creer su profecía, ni siquiera cuando ambos inventábamos tiburones sobre la madera carcomida por el vaivén de sus caprichos. Este mar me dijo "Ya te lo advertí", cuando regresé a sus orillas años después de haberte perdido para siempre y también "Volverás a mí, por más que intentes eludirme. Hasta entonces, mis gaviotas continuarán graznando tus desastres en oídos que ni quieren ni comprenden". Este mar es mío y yo suya, porque ambos surgimos del mismo abismo y a él regresamos las noches de luna llena, cuando la oscuridad resplandece en sus pupilas y mis licantrópicos párpados tiemblan de deseo enfebrecido. Este mar, ahíto de piedras, conoce mi destino. Yo le pregunto y él tartamudea futuros, que yo no me atrevo a convertir en realidad; pero he visto reflejadas en su superficie certezas que también están escritas en las estrellas. A veces, las niego. Otras, las muerdo. Este mar ríe. Este mar llora. El muelle cruje. Mi corazón ruge. Este mar siempre vuelve, por más que yo trate de marcharme.
No hay comentarios:
Publicar un comentario