Ana no entiende cómo, pero se ha quedado embarazada. Parece ser que la píldora no es fiable al cien por cien. Por supuesto ha fingido que estaba muy contenta y Rubén la ha invitado a comer en la Fondue de Tell para celebrarlo. Ana no quiere ser madre o, mejor dicho, no quiere que Rubén sea el padre de sus hijos. Y, mientras remolonea en la oficina, baraja la posibilidad de provocarse un aborto.
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