Cuando estaba en el cole me hacía muchísima ilusión que llegara mi cumple. En primer lugar, por los regalos (una siempre ha sido a material girl como Madonna). En segundo lugar, por las fiestas que daba para mis mejores amigos en el patio de mi casa y con el momento piñata como el más esperado de la tarde. Y, en tercer lugar, porque me encantaba llevar chuches al cole y repartirlas entre todos mis compañeros (una también es generosa, sobre todo para gastar el dinero de sus padres).
En el instituto se perdieron las dos últimas razones citadas y la cosa empezó a dejar de tener gracia. No obstante, cada año que pasaba era un año menos para alcanzar la mayoría de edad. El problema fue que cumplí los 18 y no noté ningún cambio significativo. Sí, ahora podía sacar orgullosa mi DNI cuando algún portero de discoteca me lo pedía, pero poco más.
Y así empezaron las crisis cumpleañeras. Dos o tres semanas antes del día D empezaba a deprimirme con eso de ser un año más vieja físicamente, pero haberme quedado estancada en una edad mental de 3 años. ¿Que cómo puedo ser tan pequeña mentalmente? La verdad es que no lo sé. Aquí estoy, a puntito de cumplir los 27 y disfrutando como una enana viendo los dvds de las series de mi infancia. También sigo creyendo en los cuentos de hadas. Pero, sobre todo, me quedé estancada en la edad de los por qués. Quienes me conozcan superficialmente no lo sabrán, pero aquéllos a los que he considerado lo suficientemente interesantes como para revelarles mi forma de ser saben de sobra que tengo una curiosidad insaciable e infinita. Siempre quiero saberlo todo sobre cualquier cosa y me paso la vida acosando con incómodas preguntas a mis mejores amigos (a veces, incluso a meros conocidos). Supongo que por eso adoro leer. Al fin y al cabo los libros son una gran fuente de sabiduría y en muchas ocasiones la respuesta a preguntas no formuladas.
El caso es que mañana es mi cumple y, a pesar de que de momento voy a celebrarlo sólo con mi padre y puede que con mi hermana, todavía no tengo ningún síntoma de crisis cumpleañera, a pesar de que me encantaría que Su estuviera en España en lugar de en Túnez para poder hacer terapia en caso necesario. Porque Su ha sido mi salvavidas cumpleañero durante todos estos años. Siempre ha estado ahí haciéndome sentir especial y regalándome su tiempo y su ilusión, consiguiendo que al final incluso me apeteciera celebrarlo. Y no nos olvidemos de Jorgito, con su caballito mecedora de papel naranja como el mejor regalo que me han hecho nunca.
El caso, como decía, es que este año no tengo crisis y no entiendo por qué, salvo por el hecho de que el 27 es un número que me mola un huevo; pero parece una razón bastante tonta, ¿no?.
En fin, esperaremos a que trancurran mis últimas horas como veintiseisañera y veremos si todo sigue en calma.
3 comentarios:
Felicidades adelantadas! Ya hace algunos años que pasé los 27, y los 30, y bueno siempre queda el tópico de año cumplido año vivido. Yo creo que lo importante es como tú te sientas y pensar que la vida te puede seguir sorprendiendo, ya cumplas 20, 30 ó 40. Que pases un día genial.
Feliz cumpleaños. Un saludo.
Yo me planté en los diecinueve y de eso hace casi diez años...
¡¡¡Feliz Cumpleaños!!!
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