sábado, 12 de junio de 2010

Sonia

El plan inicial era que ambos nacieran el mismo día, pero él se adelantó dos años y se equivocó de ciudad y se jodió todo el invento. Ella respetó el pacto y vino al mundo en la fecha acordada, pero también fue víctima de un error geográfico y terminó de fastidiar los designios del destino. La misma fecha, pero demasiados días y kilómetros de distancia retrasaron su primer encuentro y dilataron aún más el segundo. Fue necesario reescribir todo el guión de sus existencias y contratar a multitud de personajes secundarios y extras para poder reconducir la historia hacia el final deseado. Lástima que ninguno recuerde aquel caluroso día del mes de agosto en que sus familias fueron inducidas por fuerzas sobrenaturales a ahogar los efectos de las altas temperaturas en la misma playa levantina. Un niño que aún comete errores al hablar y una niña que apenas sabe andar coincidiendo en la orilla del mar. Se sienten antes de verse, se vuelven a buscarse, se miran hasta los huesos y sonríen todas y cada una de sus células. Sus respectivos padres aprecian esa simpatía innata entre ellos y dejan que jueguen juntos hasta la hora de comer. Él construye castillos de arena para ella y ella se niega a cavar fosos a su alrededor. Llegan las tres de la tarde y sus progenitores se empeñan en separarlos para volver a casa y nutrir sus pequeños cuerpos con alimentos que no necesitan en esos momentos. Ella llora como una magdalena y él patalea y grita como un energúmeno. Sus minúsculas fuerzas infantiles resultan insuficientes para luchar contra la ignorancia y estupidez de los adultos y ambos tienen que esperar demasiados años para volver a tocarse el alma sin necesidad de que sus cuerpos se rocen. Sonia no recuerda aquel caluroso día de agosto, ni entiende por qué cada vez que ve el mar tiene ganas de llorar. El eléctrico desconocido también olvidó lo que quemaba aquella arena levantina y no sabe por qué su máxima aspiración como arquitecto sería construir un castillo, aunque los tiempos modernos no favorezcan la realización de estos sueños caballerescos. Afortunadamente para él, aún podrá rescatar a su princesa del vacío de una existencia presidida por su ausencia.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Qué bonito

moonriver dijo...

Gracias. :)