El sol oculta la luna. Grado 15 de Escorpio. Te suelto a ti, en lugar de a mi miedo.
Despierto, si es que llegué a dormir en algún momento, el mar oleando en mis simas, tu mirada burbujeando en mi piel.
Hay heridas que sólo la sal de tu lengua podría cicatrizar, pero el escozor que me provocaría el contacto con tus labios me frena.
Quiero y no quiero todo esto. Huyo con la esperanza de que me persigas. Me paro, cruzando los dedos para que me des alcance.
Vuelvo al origen, al error que no caduca, a la voz que dio forma a mis desvelos. Me columpio en sus metáforas. Me abrazo a sus aristas. Dejo que mi piel se rasgue en direcciones contrarias. Soy la asesina que llora sobre un cadáver acuchillado con mis propias manos.
No distingo tu sangre de la mía. Ambas encharcan el suelo. Ninguna coloreará de grana nuestro tísico recuerdo.
Mi esencia es el grito, la náusea, el aullido. Lo niego, porque sé que es cierto. Trato de engañarlos a ellos, ya que no sé mentir a mi reflejo. ¿Qué ves tú? ¿La verdad o la careta? Nunca me había asustado tanto una respuesta...
Disparo y espero y el tiempo muere entre mis dedos. Habito el espacio que flota entre estos párrafos. Me enamoro del vacío que los colma.
Te digo que no, que nunca estuvimos tan cerca del desastre como el año que nada turbaba nuestro sueño.
Sonríes y el universo es menos hostil que hace un instante y sé que, la próxima vez que colisionemos, mi cuerpo no hallará razones para poner tierra de por medio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario