Destilando tristeza en el alambique de mis sentimientos, una a una caen las gotas, una a una resbalan las lágrimas, llenando poco a poco la enorme piscina de mi soledad.
Vapores etílicos nublan mi entendimiento y, sin saber por qué, empiezo a correr, huyendo de algo o de alguien que ni siquiera llegué a vislumbrar; tal vez tan sólo de mí misma, de aquélla que fui, de aquélla que soy o de aquélla que seré.
No lo sé y tampoco importa. Son las huidas sin razón las únicas que tienen sentido.
1 comentario:
Pero que prosa tan bonita!!! me encanta especialmente la ultima parte (Son las huidas sin razon las unicas que tienen sentido)...
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