11 de enero de 1854.
Aquellos que piensan que han sido llamados, en nombre de la verdad, a hacer la guerra contra las ilusiones, no perciben la distinción entre una ilusión y una alucinación. Una alucinación es una opinión errónea, es creer en una cosa que no existe. Una ilusión, por el contrario, es asunto exclusivo del sentimiento, y puede existir separada por completo de la alucinación. Consiste en extraer de un concepto que se sabe que no es verdadero, pero que es mejor que la verdad, el mismo beneficio para los sentimientos que se derivaría de dicha concepción si ésta fuera una realidad.
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