En plena campaña electoral creo que no viene mal un poco de política, sobre todo cuando siento la enorme necesidad de pedir disculpas a todos los votantes del PSOE a los que he calificado de gilipollas perdidos por votar a este maravilloso partido. Sí, siempre estoy criticando a los socialistas, en general, y al gobierno de Zapatero, en particular, básicamente porque me parecen unos incongruentes: se dicen de izquierdas, pero viven como gente de derechas; critican la dictadura franquista y al mismo tiempo coartan constantemente la libertad de expresión de ciertos sectores sociales (los más conservadores y religiosos) y de ciertos medios de comunicación (el ataque constante a la COPE es equivalente al que sufre el gobierno por parte de la cadena episcopal); y luego está el reconocimiento del matrimonio homosexual y la política pro-aborto que tanto me estomagan; y Solbes diciendo que el problema de la economía española son las propinas y que no sabemos lo que vale un euro; sin olvidar la denigrante discriminación positiva en favor de la mujer; y el carnet por puntos, que iba a acabar con todos los accidentes de tráfico; y la Ley Orgánica de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género, que iba a eliminar de raíz esta lacra social; y la política de "dejemos que vengan todos los inmigrantes que quieran y a los ilegales los legalizamos porque nos da la gana"; y tantas y tantas otras cosas que siempre he criticado y que creía que siempre criticaría.
Pues bien, hoy debo retractarme de todas mis críticas anteriores y pedir disculpas a todos los socialistas, en general, y a Zapatero, en particular, porque por fin han empezado a actuar de manera consistente y congruente. Resulta que no es que sean de derechas, sino que lo que quieren implantar es un sistema de economía planificada al más puro estilo marxista-leninista. La verdad es que debí sospecharlo con lo de Educación para la Ciudadanía; asignatura fundamental en todo sistema de economía planificada, pues es vital enseñar a la juventud española qué y cómo debe pensar e incluso qué tendencias sexuales hay que tener (ser heterosexual no puede ser bueno y si sientes cierta inclinación por el sexo opuesto, prueba antes con los de tu mismo sexo, que seguro que te resulta mucho más placentero). Pero no, estuve bastante tonta y pensé que lo que querían era imitar a Franco y lavar el cerebro a los chavalines sin criterio propio. Afortunadamente lo del ministro de sanidad y su plan para unificar las tallas de las mujeres, encasillándolas en tipos morfológicos predeterminados, ha conseguido abrirme los ojos; y no sólo eso, ahora estoy mucho más tranquila, pues ya sé cuál será el próximo paso: planificar la vida laboral de las personas, como ya se ha hecho anteriormente en todos los países del Este europeo, de manera que cada uno tendrá que trabajar en aquéllo que le digan y no en aquéllo que le guste.
Así que felicito encarecidamente a nuestro presidente del gobierno por ser más comunista que IU y le recomiendo encarecidamente la lectura de un libro realmente instructivo en este sentido: "La primavera de Praga" de Miguel Delibes (eso sí, quizá la cosa requiera un esfuerzo intelectual excesivo para el pobre Zapatero, ya que el libro habla de la salida del comunismo y, en el caso español, se trataría de hacer justamente lo contrario: instaurar una economía perfectamente planificada; pero bueno, Rubalcaba y Fernández de la Vega seguro que lo pillan enseguida y realizan una adecuada aplicación del libro al modelo que pretenden instaurar).
¡Abajo la libertad!¡Viva la economía planificada!
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