Y si no quieres ver la realidad, cierra los ojos y aprieta fuerte, hasta que una cremallera invisible selle para siempre tus ventanas al mundo exterior, tu conexión con los demás, el hilo conductor de tu racional existencia.
Y camina a tientas, guiado tan sólo por tus cuatro sentidos restantes, avanzando por el método del ensayo y error, sin importarte lo que suceda alrededor, sin querer formar parte de un mundo gris que sólo te causó dolor.
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