Borracha de sueños inconclusos y noches alunizadas por astronautas extraviados en el medio de la Vía Láctea busco poemas de Salinas que ensalcen una despedida que probablemente nunca tuvo lugar.
Y desbarato telarañas que sostienen cadáveres congelados de insectos escurridizos envenenados por poemas de doble sentido y epítetos mortíferos.
Quiero escuchar las notas entrecortadas de tu guitarra moribunda y ahogarme en la espuma de una copa de champán a punto de estallar.
Y la sal se funde con el musgo de las piedras desgastadas por los trocitos de cristal arrastrados por el mar.
Y no quedan palabras para expresar lo que el niño no se atreve a pensar.
Se esfuman las ideas geniales de bufones sin cascabeles y las yemas de los dedos se adhieren a las paredes de tu garganta para cortar el paso a un "te quiero" destemplado y un "tal vez" febril.
Teléfonos entrecoratados por falta de cobertura y curvas reviradas para disminuir la adherencia de tu recuerdo.
Y puede que no haya remedio para evitar el dolor de un dedo meñique partido en dos.
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