El pijama está frío y echo de menos el contacto de tus manos, responsables de ese calentamiento global que ahora tanto necesito. Me acuesto. El edredón se convierte en una anaconda furibunda ansiosa de carne y huesos que crujen al partirse y desgarran la piel. No es suficiente para derretir el hielo incrustado en mi paladar. Sólo tu saliva de fuego podría licuarlo, pero has decidido alejarte de mi boca. Escupía alquitrán negro y untuoso y tú sabes que las manchas de petróleo no salen fácilmente. Yo también acabaré emigrando, huyendo de este pozo de aguas cenagosas y cadáveres en descomposición. O puede que no, que me quede rezando para que tenga lugar ese milagro en el que ya no creen ni las mayores beatas de Jesús del Gran Poder. Siempre me atrajeron las causas perdidas. Siempre me imantaron las mentiras. Nunca pude despegarme de las pesadillas. Nunca supe escabullirme a hurtadillas. Si no quieres, no vuelvas. No sería tan fácil morir si estoy contigo.
2 comentarios:
Me ha venido a la mente el Saturno devorando a un hijo.
¿Y si morir fuera fácil?
¿"Saturno devorando a un hijo"? Curioso. Jamás se me habría ocurrido.
PS: Morir sólo es fácil para quien no tiene un buen motivo para vivir. ;)
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