Tú tan lejos y yo tan cerca del desastre. Millones de luces titilan sobre la espuma de esta tarde moribunda. El último rayo de sol corta las cadenas de los monstruos, desatando la ira de la noche más sombría. Ruge el avión que te transporta por encima de las nubes. Los paneles del aeropuerto no se apiadan de mis manos, entrelazadas en una oración que nadie escucha. Un no te vayas convertido en telegrama. Cinco adioses tatuados en los labios. Un amor sin salvavidas zozobra en un océano sin nombre. Las sirenas ya no cantan ni recogen náufragos suicidas. Un estómago sin el confort de la Biodramina vomita en medio del Atlántico un no me dejes a mi suerte. Las velas se rasgan las vestiduras al ver tu sombra reflejada en la cresta de las olas. Tus promesas incumplidas su hunden como piedras en el fango de mi iris. Sólo tu voz permanece incólume. El resto de tu recuerdo es un cadáver devorado por los peces del olvido.
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