Silvia vive soñando y sueña viviendo.
A veces se sumerge en las palabras escritas por poetas torturados por un amor no correspondido y sueña que, algún día, alguien sentirá por ella un amor tan incondicional y eterno como el descrito en aquellos versos.
En otras ocasiones prefiere perderse en la lectura de cualquier tipo de libro. No importa la historia, mientras le permita imaginarse como uno de sus protagonistas. Y viaja a lugares lejanos y desconocidos, descubre civilizaciones perdidas, se deja raptar por piratas con pata de palo, vuela junto a Peter Pan, participa en las intrigas palaciegas del Renacimiento, experimenta toda clase de sensaciones y sentimientos y bucea en múltiples vidas ajenas, invadiendo la intimidad de almas hasta entonces desconocidas.
Otros días se siente vaga y opta por sentarse ante la pantalla del televisor y pone una película o una serie, preparándose para participar en la existencia de los demás sin necesidad de ejercitar su imaginación.
Aunque, lo que de verdad le gusta, es dejarse atrapar por la melodía y la letra de cualquier canción. Tumbarse en la cama, ponerse sus cascos, cerrar los ojos, aislarse del mundo y dejarse llevar por los sentimientos despertados por la música. Es entonces cuando se siente realmente viva. Y sueña que aquellas palabras cantadas van especialmente dirigidas a ella. Y sueña que ella es la musa capaz de inspirar semejantes armonías. Y sueña que navega en un mar conformado por las notas musicales.
Y sale a la calle con una sonrisa dibujada perennemente en su cara. Y respira el frío aire otoñal mientras mentalmente tararea el último cd que ha escuchado. Y sueña con el último chico que atrajo su atención en el metro. Y, como no recuerda el color de sus ojos, sueña con una mirada indefinida, un crisol azul, verde y marrón capaz de hipnotizarla en un solo segundo.
Y, mientras Silvia sueña con desconocidos y pone en su boca palabras escritas por otros, Mario la observa en la distancia y sueña que, algún día, él será el protagonista de sus fantasías, el centro de todo su universo, la razón de su existencia.
2 comentarios:
Cuantísimas veces he visto una película y las lágrimas se me han saltado no por la historia, sino por mí...a veces las uso como excusa para desfogar lo que dentro llevo...porque ya he aprendido a que el cine, si lo uso para escapar, me hace sentir peor...prefiero enfrentarme.
Me ha gustado mucho la historia!
yo escribí una vez una historia donde la protagonista también se llamaba Silvia, jiji.
bsos!
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