viernes, 10 de octubre de 2008

Metálica

Unos ojos fríos y grises cual acero la observan tras los gruesos cristales de unas gafas cuadradas. Ajena a todo lo que la rodea, inconsciente en su inocencia adolescente, se mueve despreocupadamente, sin sentir la férrea mirada que radiografia todos y cada uno de sus gestos. De repente, un súbito escalofrío recorre su columna vertebral y hiela su sangre. Siente la necesidad de girarse y localizar el origen de tan irracional sensación, pero el miedo a lo desconocido se apodera de ella y no es capaz de darse la vuelta. Presiente la existencia del alma metálica que la persigue, pero no quiere enfrentarse a ningún tipo de certeza. Así que finge que no pasa nada e intenta volver a la normalidad, ignorando la corriente eléctrica que recorre todas y cada una de sus células.

2 comentarios:

flanaguillan dijo...

Me gustan estas historias

Laura dijo...

Casi que me siento observada yo.
Besos.