Inventemos un idioma que nadie más comprenda, un código morse de pestañeos mortecinos y repiqueteos compulsivos, unos labios que susurren palabras impronunciables, jeroglíficos sin piedra de Rosetta ni traductor simultáneo que encripten los sentimientos que nadie más entiende. Aunque puede que ya lo hayamos inventado, casi sin darnos cuenta, la primera vez que nos miramos de soslayo y comprendimos lo que nunca antes habíamos pronunciado.
1 comentario:
Genial tu charada, Moonriver. Creo que ese modo de comunicación es lo más bonito que nace de cualquier relación de amor o de amistad. Saludos.
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