domingo, 17 de abril de 2011

Tres céntimos (II)

Mónica tuvo una infancia feliz y opulenta, llena de juguetes, cuentos de hadas, películas de Disney y galletas de chocolate. Su padre le procuró no sólo todo aquello que necesitaba, sino también todo aquello que podría llegar a desear mínimamente.

Akeem tuvo una infancia mísera y paupérrima, llena de hambre, sed, suciedad y balones de fútbol hechos con trapos. Su madre, incapaz de comprarle lo imprescindible para satisfacer sus necesidades más básicas, trataba de alimentarlo con besos, caricias, abrazos y palabras de amor susurradas al oído justo antes de cerrar los ojos para tratar de dormir, ignorando los rugidos de un estómago casi vacío.

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