El 10 de diciembre de 2.010, Mónica contrajo matrimonio con Andreu. La ceremonia religiosa se ofició en la basílica de la Mercè de Barcelona y el opíparo banquete posterior tuvo lugar en una masía situada a pocos kilómetros de la ciudad condal. Acudieron 567 invitados y el padre de Mónica consideró que su hija bien valía los casi 100.000 € que se gastó en celebrar por todo lo alto tan insigne día.
El 6 de enero de 2.016, después de ser ingresada de urgencias en el Hospital Clínico de Barcelona, a Mónica le fue diagnosticado un cáncer de páncreas con metástasis en el pulmón, hígado, estómago e intestino. No le dieron más de dos semanas de vida. No era un buen regalo de Reyes. No era un buen regalo de cumpleaños.
El padre de Mónica no dudó en pagar astronómicas sumas de dinero para trasladar a su hija al MD Anderson Cancer Center de Houston, donde recibió los más avanzados tratamientos y cuidados médicos. Vivió seis meses más de lo inicialmente pronosticado. No pasó ni un solo día en que no deseara morir para aniquilar sus inconmensurables sufrimientos, pero siguió luchando hasta que no le quedaron fuerzas para continuar viviendo. Estaba dispuesta a soportar cualquier dolor físico, si con ello podía evitar el dolor que su muerte provocaría a su progenitor; pero, finalmente, su destrozado cuerpo optó por rendirse ante lo inevitable.
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