El filo del cuchillo es tan auténtico como la sangre que brota de tu garganta. Ambos te asustan: el arma y la vida que se escapa. Niegas la violencia que anida en tus palabras; pero sabes que has matado en existencias anteriores, que podrías volver a hacerlo en ésta, tanto en sentido literal como figurado, porque la destrucción es hermosa y requisito sine qua non para construir algo. La mayor parte del tiempo, tú eres tu propia víctima; pero hay momentos en los que no te bastas y decides devastar a otras personas, incautos cegados por el sol que se oculta tras tus lunas. Pero tú eres noche, negro misterio, tierra de cráteres y océanos de hielo. Y ellos se queman en el glaciar de la distancia constante que media entre sus expectativas y tus necesidades. Tratan de convencerte de que tú eres el problema, pero no es cierto. Tú sólo interpretas los deseos del viento, tu carne erizada por la fuerza del huracán que palpita en el centro de tu universo más secreto. Lo has intentado. Cerrar los ojos y reprimir la náusea. No funciona. El vómito siempre termina derramándose entre tus dientes, salpicándolo todo de ácido. Deja de reprimir la arcada. Sólo la bilis puede redimir el pecado original de los amos del mundo, de los demonios que tratan de controlar tus sentimientos y limitar tus movimientos. Pero tú eres libre a tu pesar, aleteo de mariposa que dinamitará el mundo (que no fueras capaz de salvarlo no implica que estés condenada a perpetuar la derrota de los pobres). Si todos tus dioses se ahogan en vino puedes convertirte en adoradora de la vid o en etílico verso sin dueño. Reclama tu lugar en el sueño, antes de que quien te imaginó despierte. ¿Qué te asusta más? ¿Ser tu propia autora o una más de sus múltiples pesadillas? Te miras al espejo y te das cuenta de que, cuanto más te piensas, menos existes y, al mismo tiempo, confías en que él acabe transmutándote en metáfora perfecta o, mejor aún, en poema inacabado que trascienda todo olvido. Todas tus verdades gravitan en el filo del abismo. Por eso siempre se te ha dado tan bien hacer equilibrismos.
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