Cojo una bolsa e introduzco lentamente en la misma todo el vidrio acumulado en mi despensa.
Salgo de casa con mi pesada carga y me dirijo al contenedor verde más cercano.
Y reciclo todo lo que llevo encima.
Los botellines verdes de mi esperanza.
Los tarros transparentes de mi inocencia.
Y las botellas marrones de mi ignorancia.
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