Buscando la metáfora perfecta me tropiezo con el crisol de tu mirada.
Avanzo lentamente hacia ti intentando asegurar todos y cada uno de mis pasos y, sin darme cuenta, me hundo poco a poco en las arenas movedizas de tus silencios y en la ciénaga de tus mentiras.
A cada movimiento que realizo me hundo un poco más.
Intento asirme a alguna de las ramas que diviso en la orilla, pero no resultan lo suficientemente firmes como para sacarme del pantano de tus secretos.
Y mientras mis fuerzas se agotan intentando liberarse del peso de tus brazos, me empeño en olvidar la seca humedad de tus labios.
Y agotada por la guerra de nuestros egos acabo firmando el armisticio de tus caricias.
Y trato de no dejarme encantar por los vendavales que susurras en mis oídos.
Y mareada por los efluvios de tu aliento en mi cuello respiro hondo y termino de sumergirme en el profundo pozo de tu corazón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario