Un rato más tarde, al despedirse, la abuela de Sandra le susurró al oído unas rápidas palabras que su nieta jamás podría olvidar: “Tranquila. No me iré muy lejos. ¿Nunca has tenido la sensación de que puedes tocar el cielo con la punta de tus dedos?”
Fue unos minutos después, al alzar los ojos para evitar que las lágrimas mojaran sus mejillas, cuando Sandra comenzó a intuir el auténtico significado de las palabras de su abuela. Las estrellas no sólo eran hermosas, sino también acogedoras y esperanzadoras. Era tan fácil creer que todo iría bien después de contemplarlas durante unos segundos… Eran como pequeños y brillantes copos de nieve suspendidos en mitad del firmamento.
Entonces lo comprendió todo. Había vuelto a equivocarse de regalo de Reyes y no tenía mucho tiempo para escribir y enviar una tercera carta, así que cerró con fuerza los ojos y pidió un deseo, el más importante de su vida.
2 comentarios:
Muy bueno, me encantó el real y acertado comienzo. La historia me atrapó desde el comienzo y es que, también se parece demasiado a la mía, descartando unos detalles mínimos. La abuela, la madre, la nieta. Me identifiqué mucho son Sandra e identifico a los otros dos con mi madre y abuela.
Puedo decir mucho más pues hay más coincidencias, pero me basta con eso y con felicitarte por tan agradable blog, gracias por haber escrito la historia, espero con ansias la quinta parte.
Saludos.
Atte: Stefy.
Gracias Stefy. En un ratito, la quinta y última parte. ;)
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