- ¿Me querrás siempre?
- Sólo hasta que dejes de creer en los cuentos de hadas?
- ¿Por qué?
- Porque entonces ya no necesitarás ningún príncipe que te rescate del dragón del lago de fuego.
- Te equivocas. Tú nunca has sido un príncipe.
- ¿Y entonces qué soy?
- Un aprendiz de mago que no sabe muy bien lo que hace, pero que intuye lo que tiene que hacer para salvarme de las garras del monstruo de ojos rojos. El único capaz de aguantar la quemazón de un amuleto incandescente. El último eslabón de una cadena inquebrantable. O, quizá, un nuevo Alejandro Magno que, en vez de cortar el nudo gordiano, se entretiene en deshacerlo poco a poco.
3 comentarios:
Los príncipes siempre han estado muy sobrevalorados :)
Genial tu blog! Acabo de llegar pero voy a quedarme un ratito. Un rato indefinido de hecho.
Ya lo sé María, por eso ya no los busco.
Antonio, muchísimas gracias y bienvenido.
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