Te pasas el día esperando a que todo cambie, pero nada ocurre. Todo permanece inmutable e insoportablemente igual. Crees que te has equivocado, que el presentimiento no era acertado, que tu intuición se ha evaporado y no te das cuenta de que los grandes cataclismos pueden preverse con días, semanas, meses, incluso años y siglos de antelación. No es inminente tu ejecución, pero se acerca indolente tu condenación.
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