sábado, 24 de septiembre de 2011

Heridas (I)

Hay una herida entre mis piernas que sólo tus dedos saben taponar, que sólo tus manos pueden suturar, que sólo tus labios son capaces de cicatrizar. Pero a ti te da igual y dejas que la sangre corra, que el desgarro aumente, que el agujero se llene de un inabordable e inmenso vacío. Tus uñas arañan otras epidermis, pero son mis células las que permanecen adheridas a tus cutículas, dueñas y señoras del techo de tus falanges, conquistadoras de tus huellas dactilares.

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