martes, 28 de julio de 2015

¿Tú, Artax, y yo, Atreyu?

Mi poesía no tiene versos, porque un verso es una metáfora troceada en contra de su voluntad y yo no quiero amputar ningún pedazo de la forma primigenia en la que se manifiesta la belleza innominada. Mi poesía no tiene rima, tan sólo ritmo y asonancias divergentes, porque mis palabras no desean desmayarse víctimas del tenaz abrazo de un corsé asfixiante. Mi poesía es sólo aire, que flota moribundo entre los intersticios del humo que escupen tus labios homicidas sobre la miopía que vela mis ojos. Mi poesía es sólo agua, que cae en cascada sobre tu espalda, hasta desembocar en mi fatídica nada, inundando de interrogantes todas las certezas científicas. Mi poesía es sólo bruma, que nubla el verano hasta convertirlo en invierno perusino, contagiando el frío, escarchando el hueso. Mi poesía es sólo fuego, que quema por dentro, sin reducir a cenizas tu caótico cuerpo. Mi poesía es sólo cieno, ¿tú, Artax, y yo, Atreyu?

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