Amor ectópico, fuera de sitio, lacerante como dentellada de diamante sobre superficie de cristal. Contemplamos su lento y ¿homicida?/¿suicida? crecimiento, incapaces de extirpar la inviabilidad de este ser tan incomprensible como informe. Cada día que transcurre descentra un poco más nuestro alcohólico centro de gravedad. Yo no estoy y tú te vas. Yo me voy y tú no estás. ¿Cuántas estrellas mueren cada noche? ¿Acaso gritan al fallecer? ¿Por qué giran tanto las ideas y tan poco los sentimientos que tratamos de esconder? La distancia es siempre relativa, hasta que se convierte en abismo tatuado en la planta de los pies. Somos enanos que se creen gigantes tras contemplar su reflejo en un espejo de feria, pero en el circo no hay magia, sólo trucos y nadie puede enseñarnos a convertir lo que no es en lo que es. La vida es una carretera trazada por un niño epiléptico y tú y yo sólo queremos vomitar en el arcén.
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