Blog en el que buceo en universos paralelos distantes y distintos encerrados en el centro de un protón del núcleo del átomo de mi existencia.
domingo, 23 de mayo de 2010
Los cronocrímenes
Mientras Almodóvar se repite más que la fabada y Amenábar se olvida de contar historias para adentrarse en el escalofriante mundo de las superproducciones cinematográficas, los personajes planos, la manipulación histórica y la ausencia de un guión mínimamente consistente, películas como "Los cronocrímenes" o "Celda 211" mantienen viva a duras penas mi escasa fe en el cine español.
Siempre pensé que las favorables críticas que obtuvo el primer largometraje de Nacho Vigalondo debían ser fruto de ese empeño que tienen todos los críticos de nuestro país por demostrar que el cine patrio no tiene nada que envidiar al mejor cine europeo de autor. Por eso me sorprendí tanto al comprobar hace una semana que "Los cronocrímenes" hace honor a todos los elogios y premios cosechados. De entre estos últimos, me parece especialmente significativo el Premio a la Mejor Película y la Medalla de Plata del Público del Festival de Cine Fantástico de Austin. Y es que no es la primera vez que en EEUU se reconoce y aprecia el trabajo de este polifacético cántabro (no debemos olvidar la nominación al Óscar como Mejor Cortometraje de "7:35 de la mañana" en 2004).
Puede que "Los cronocrímenes" no sea una película digna no ya de un Óscar, sino tampoco de un Goya, pero creo que es la Mejor Película de viajes en el tiempo que he visto nunca o, al menos, la más coherente, mejor hilvanada y perfectamente cerrada y cuadrada que he podido visualizar. Por más que la repaso, no consigo encontrar ninguna fisura o laguna, ninguna contradicción, ningún agujero negro, ni un sólo fleco o hilo suelto y eso, en este tipo de temática, resulta harto complicado.
Si a ese guión a prueba de bombas le unimos un soberbio manejo de cámara, una gran fotografía y un sonido impecable (algo prácticamente imposible de encontrar, cuando de una película española se trata), el resultado es una de las mejores películas nacionales de los últimos años.
Todo ello sin olvidar el gran trabajo interpretativo de los pocos actores que aparecen en pantalla. Y es que todos los aciertos anteriores habrían quedado en nada sin el incontestable talento de Karra Elejalde y Candela Fernández y los más que correctos Nacho Vigalondo y Bárbara Goenaga (sí, señoras y señores, se puede ser una actriz española, estar buena y no tener una dicción pésima y esta chica es la prueba viviente de ello).
Ahora, a cruzar los dedos para que Nacho siga haciendo películas como ésta y no la bazofia que promociona la Sinde.
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