Hay un cobarde hablando ante las cámaras. Los periodistas hacen fotos y toman notas. Los mercados aplauden las mentiras, pero continúan crispados. Europa se da palmaditas en la espalda por haber conseguido volver a hundir a los débiles. Los valientes emigran y la masa sólo protesta entre susurros. Señalar con el dedo siempre ha sido de mala educación. Lo enseñan todas las madres. No importa que el apuntado sea un culpable. Pero siempre hay un niño desobediente que grita que el Emperador va desnudo. Por eso Herodes trató de exterminar a todos los inocentes y, aún así, se le escapó el que buscaba. Dejad que termine el desfile. Si ningún niño abre la boca será porque los padres que amordazan han ganado la batalla. Morded las manos que os sellan los labios. Desatad las lenguas. Corred descalzos. No os importe que se os claven las piedras. La sangre derramada es la que gana las guerras.
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