Las luces de los faros reflejadas en los coches aparcados. Lluvia. Frío. Miedo. Miedo a morir sola en una ciudad extraña, fumando a pequeños sorbos el hastío de tu ausencia. Miedo a que todo esto no sea cierto, sin dejar de serlo. Tiemblo. Me aferro al volante, como se abraza un náufrago al último salvavidas que queda libre. No quiero mirar al cielo. Esta inútil tarde de domingo es demasiado oscura para visualizar el sol que duerme arropado por este gris nórdico de nubes crueles y vengativas. Giro la llave y enciendo el motor. Dicen que si corres hay más probabilidades de que te alcance un rayo. Yo hace demasiado tiempo que no avanzo, por mucho que me mueva. Por eso no queda ni un voltio de electricidad circulando por mis venas.
2 comentarios:
Du hast ein Auto, du hast den Himmel und du hast alle Zeit in der Welt. Hör mal diese kleine Nachtmusik.
Abusando de mis escasos conocimientos de alemán y admitiendo correcciones:
Die gleiche Liebe, verschiedenen Regen.
Publicar un comentario