Te odio y te quiero a partes iguales, puede que un poco más lo primero que lo segundo. Dicotomías ancestrales que provocan vértigos siderales. Margaritas que no deciden los destinos de los corazones que las deshojan, pero que cercenan la poca vida que les resta. Las horas son tortugas que nunca llegan a la meta, mamuts que aplastan a los cavernícolas que no son capaces de ensartarlos en sus lanzas, elefantes que no retroceden ante el empuje de los ratones más chillones. Ahora lo sé. Antes también. Es sólo cuestión de tiempo. Si no grito, caducará mi aliento.
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