domingo, 30 de noviembre de 2008

Elisa

Elisa tiene un nudo en el estómago, un agujero en el corazón y un ciclón en la cabeza. Normalmente todo encaja y es más feliz que una perdiz. Pero, de vez en cuando, salta la chispa y se produce el cortocircuito. En tan funestas ocasiones, un negro nubarrón planea sobre su cabeza y, por más que lo intenta, es incapaz de ahuyentarlo. Y decide encerrarse en su caparazón hasta que su huracán interior pierda fuerza. Y, aunque debería salir y enfrentarse al mundo, se queda encerrada en su guarida, porque no le apetece arriesgarse a vivir, porque está harta de tirarse a la piscina y golpearse con el fondo, porque le duelen demasiado los cardenales de su alma, porque no tiene fuerzas para esbozar una sonrisa fingida ni desvergüenza para llorar unas lágrimas sinceras, porque está cansada de buscar sin encontrar y de tropezarse con las piedras del camino, porque no encuentra el apoyo en el que hacer palanca para propulsarse hasta el infinito y más allá, porque sabe menos que el mísmísimo Sócrates, porque no le dieron un manual de instrucciones para aprender a manejarse a sí misma, porque no sabe lo que quiere, ni lo que no quiere, ni, mucho menos, cómo conseguirlo.

2 comentarios:

anselmo dijo...

¿Sabes que llevo toda la semana pensando en tu entrada "mi único triunfo"...no me la quito de la cabeza

moonriver dijo...

Jo, muchísimas gracias, Anselmo. Esperaba críticas destructivas y no algo así.

¡Un besito y gracias de nuevo!