A diferencia de lo que ocurría en la canción de Los Piratas, te eché de menos en septiembre. Las hojas caían y el recuerdo no desaparecía. Puede que el verano no hubiera merecido la pena. Demasiado sol, demasiada agua, demasiados minutos en los que no hacer nada. Se me derritieron la mayor parte de las neuronas, se me ahogó casi toda la razón, llené el vacío de las horas muertas abriendo demasiadas puertas. Pero todo se acaba. También las vacaciones a la orilla del mar y, enraizada tierra adentro, traté de ahuyentar las nubes, intenté que afloraran los ríos subterráneos, me esforcé por detener el tiempo. Pero las hojas seguían cayendo. Poco a poco comencé a aceptar mi derrota. Me senté en el suelo y contemplé su lento fallecimiento. Te eché de menos en septiembre, de una forma que Iván Ferreiro nunca comprendería, como si esto no hubiera terminado, aparentemente ausente e indolente, realmente hiperpresente e insoportablemente doliente, cual hoja muerta machacada bajo la suela de unas botas con tachuelas. Las hojas caían, no se detenían, fallecían, desaparecían, a diferencia del recuerdo de aquellos días que tanto dolían.
1 comentario:
Recuerdos del verano que viene.
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