Al final todo se repite. Se pierde cualquier atisbo de originalidad. Sé que es difícil de aceptar, pero tú y yo también falleceremos víctimas del tedio y la ambigüedad de esta noche de pan sin sal. Tus dedos recorren el camino trazado mil veces con anterioridad y mi lengua lame los rincones que ya se ha cansado de memorizar. No hay novedad. Lo que teníamos que inventar lo inventamos ya. Por eso es hora de marchar. Si nos quedamos no habrá botellas que descorchar. No sabemos jugar. Somos animales de costumbres sin domesticar. Morder y gritar. Presionar y estallar. Hace más de mil días que debimos abortar esta misión suicida que nos aniquilará. Pero seguimos tratando de alcanzar la cima que nadie ha logrado coronar. Durmamos para olvidar que este canibalismo no habrá caducado al despertar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario