Arañas trepando por mi cara. Serpientes que se enroscan en el contorno de mi ombligo. Hongos bajo las uñas. También en otros sitios, húmedos, fríos, oscuros e inhabitados. Un ataque epiléptico me libera de algunos de los insectos que me utilizan como nido. Las ratas huyen por el pasillo, perseguidas por los escorpiones que dormían al abrigo de mis labios. Un ciempiés cuenta despacio los dedos de mis manos. El número le resulta extraño. La perplejidad de las mentes inferiores no es tan distinta de la que tortura a las mentes superiores. En contra de lo que dijo Aristóteles, en el término medio no está la virtud, sólo el tedio y la impasibilidad de los burgueses.
2 comentarios:
Esta entrada es una maravilla. Pura poesía. Desgarradora poesía.
Es sólo un vómito, puede que ligeramente poético, pero vómito al fin y al cabo. :)
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