Te busqué en cada cajetilla de Marlboro que encontré tirada en la calle, abandonadas, arrugadas, aplastadas, pisoteadas. Ninguna era tuya. Ninguna conservaba tu olor.
Tres meses después volvimos a vernos. Mientras hablábamos, sacaste una cajetilla casi vacía de Fortuna.
- ¿Has cambiado de marca de tabaco?
- No, siempre he fumado Fortuna.
Buscar a la persona correcta en los desechos equivocados. No era la primera vez que lo hacía. Sabía que no sería la última.
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