lunes, 29 de octubre de 2012

La condena

Las manos de uno de los hombres se posaban en la garganta de K. Aún no había decidido si debía exprimirla hasta arrancarle la última molécula de oxígeno o si, por el contrario, merecía el indulto. Miró a sus compañeros. Sus pupilas, dilatadas y anhelantes, le instaban a apretar sin el más mínimo asomo de piedad. "Por favor, no lo hagas", clamó el condenado. "Dame un solo motivo para perdonarte la vida". "Si me matas, ¿qué será de todas las palabras que me contienen?" "De eso se trata. Si te eliminamos acabaremos con el karma y ninguno de nuestros actos tendrá consecuencias en esta vida ni en las siguientes", contestó el verdugo, mientras ejecutaba la sentencia. Tras el fallecimiento de la letra K, los hombres, creyéndose liberados de toda responsabilidad, actuaron sin tener en cuenta ningún precepto moral. Desgraciadamente para ellos, aunque ya no tuvieran nombre, las leyes del karma continuaban vigentes.

No hay comentarios: