Te ríes, tanto de mí, como conmigo. Y yo sonrío, porque tu risa me sirve de abrigo. Las hojas caen al otro lado de la ventana. El viento sopla de costado y amenaza con echarnos a un lado. No quiero morir sin ti, así que me abrazo a tu pecho, me pego a tu espalda, trepo por tus piernas y anido en tus brazos. Okupa sin casa, esta noche tú me servirás de cama. Tus ojos color avellana me miran con ganas. Agitas tus ramas y caigo al suelo. Desnudas mi tronco y deshojas mis dudas. Siembras semillas que no maduran y cortas las flores de mis temores. Oigo un crujir de tambores. Vuelan las almas de cien mil canciones. Tu aliento de humo envenena el aire que no consumo. Todo se muere y yo lo asumo.
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