No es eres más que mi última obsesión, un capricho pasajero, el parche con el que tapar todos los agujeros previos. En cuanto ingiera tres o cuatro ibuprofenos se me bajará la fiebre y se evaporará el espejismo de mi amor por ti. Fingiré que no eres TÚ al que llevo esperando más de media vida, que tus ojos no me queman, que tu sonrisa no calienta mis recovecos más fríos y que tu olor no obnubila la poca razón que alguna vez tuve. No, no puedes ser TÚ, es imposible que seas TÚ y, sin embargo, sé que fuiste TÚ desde el primer día que mis pupilas repararon en tu existencia. Y aunque esto no vaya a ninguna parte prefiero tener un accidente mortal a 300 por hora que a 20.
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