Las líneas 1 y 7 no se tocan, no existe conexión directa entre tu casa y la mía, entre tu vida y mi vida. Alguien debería diseñar un enlace, pero supongo que es más útil perder el tiempo en tareas más productivas. El tiempo es un ente informe que nos une y nos separa a través del espacio, que nos envuelve en un abrazo de anaconda y nos clava las uñas cuando intentamos ignorarlo. Aún así, por unas horas, logramos vencerlo, lo detuvimos en seco, lo suspendimos en el medio de la nada, lo encadenamos a la pared y le obligamos a contemplar nuestra infinita libertad. Nadie se dio cuenta del extraordinario fenómeno paranormal. Para los demás seguían corriendo los minutos. Sólo nosotros disfrutamos de la inmovilidad atemporal creada por la unión de nuestras almas a través de la yuxtaposición de nuestros cuerpos. Sí, nadie más sabe que somos tres horas y 17 minutos más jóvenes de lo que indica nuestra partida de nacimiento. Lástima que después de ese lapso volvieran a andar todos los relojes y que nuestros destinos no se hayan enlazado de nuevo. Estudio cada día las obras de mejora del metro. Sé que, cuando exista un punto de contacto entre el azul claro y el naranja, nuestras vidas volverán a tocarse, pero también sé que conectar la periferia con el centro es ahora lo importante. Demasiadas promociones inmobiliarias sin vender. El capitalismo a punto de fallecer. Poco importa que tú y yo nos muramos de sed en este desierto de distancia entre tu piel y mi piel.
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