Hay arañas y hormigas sobre mi cama. Las primeras quieren tejer sueños lo suficientemente hermosos como para que quiera quedarme eternamente atrapada entre sus redes. Las segundas sólo esperan a que muera de felicidad para devorar poco a poco mi cadáver. Me gustaría aplastarlas y dormir en paz, pero son demasiadas y, si asesino a una, las demás se reproducirán en progresión geométrica. Una mosca zumba cerca de la ventana. Quiere salir, pero no puede. La cerré antes de acostarme. La necesitaba como sacrificio. Mientras ella lucha por zafarse de la telaraña que nos envuelve, yo podré descansar plácidamente en los brazos de Morfeo. Lo siento, pero no tendré remordimientos. Era la mosca o mi vida y nunca me fié de quienes pudiendo volar prefieren alimentarse de la mierda que yace sobre el suelo.
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