Era una noche de sábado y, por primera vez en su vida, había entrado en una discoteca donde el número de féminas era sensiblemente superior al de machos ibéricos. De hecho, sólo pudo distinguir a un par de especímenes del sexo masculino. Debía haber muerto y estar en el cielo. Un coma etílico, seguramente, teniendo en cuenta la ingente cantidad de alcohol ingerida un par de horas antes.
- Me parece que te has equivocado.
- ¿Perdona?
- Decía que me parece que te has equivocado de sitio.
- ¿Y quién te ha dicho que estaba buscando un sitio en concreto?
- Es evidente que no buscas un sitio concreto, pero sí algo muy concreto.
- ¿Ah, sí? ¿Y qué busco, listilla?
- Un buen polvo.
- ¿Y por qué piensas que aquí no puedo encontrarlo?
- Porque la única tía heterosexual de este garito soy yo y, sintiéndolo en el alma, no eres mi tipo.
Un rápido vistazo a su alrededor y el espejismo desapareció en un instante. La chica tenía razón. No cabía duda. Acababa de entrar en un bar de lesbianas.
Un rápido vistazo a su alrededor y el espejismo desapareció en un instante. La chica tenía razón. No cabía duda. Acababa de entrar en un bar de lesbianas.
- Joder, no me había dado cuenta. No sabía que voy tan borracho.
- Tranquilo. Pasa hasta en las mejores familias.
- ¿Y tú qué haces aquí si no eres bollera?
- Un pequeño consejo: no utilices el término bollera en un bar lleno de ellas. No sé por qué, pero lo consideran algo ofensivo.
- ¿Y cómo debería llamarlas?
- ¿Lesbianas no te parece apropiado?
- Un poco soso, la verdad. Bolleras me parece más divertido.
- En fin, tú mismo. Pero si alguna bollera te acaba partiendo la cara no me digas que no te lo advertí.
- Aún no has contestado a mi pregunta.
- ¿Qué pregunta?
- ¿Y tú qué haces aquí si no eres bollera?
- Bueno, mi mejor amiga es lesbiana y hoy se ha empeñado en sacarme de casa para que no me pasara la noche encerrada en mi cuarto llorando por el último capullo que me ha partido el corazón.
- Así que un capullo te ha partido el corazón.
- Bueno, en realidad ha habido muchos capullos que me han partido el corazón. No es que ninguno de ellos haya significado mucho para mí, pero supongo que lloro por una acumulación excesiva de pequeños dolores y decepciones varias.
- ¿Y cuánto tiempo llevas llorando?
- Un par de semanas.
- Bueno, eso es poco tiempo. Cuando me dejó mi novia creo que tardé un año en dejar de llorar.
- Un año es mucho tiempo. ¿Tanto la querías?
- Supongo que no, pero había sido mi única novia y creo que lloraba porque pensaba que jamás encontraría a otra chica que me quisiera lo suficiente como para aguantarme y ser mi novia. Ya sabes. A nadie le hace ilusión morir solo.
- Pero encontraste a otras…
- Sí y no. No he vuelto a tener novia. Descubrí que follarme a una chica de vez en cuando es más cómodo que aguantar las neuras de una novia.
- Pero con una novia te aseguras follar siempre que quieras.
- No te creas. Hay pocas chicas dispuestas a follar cuando le apetece a su novio.
- Eso es porque hay pocas chicas que se sientan sexualmente atraídas por sus novios.
- ¿Estás hablando en serio?
- Totalmente en serio. La mayoría de las chicas nos sentimos sexualmente atraídas por chicos que no nos convienen, pero en algún momento de nuestras vidas decidimos que es mejor estar con un chico que nos convenga, aunque no nos atraiga mucho sexualmente.
- ¿Ése es tu caso?
- No, qué va. Yo aún estoy en la fase de follarme a los capullos que me atraen sexualmente, pero que no me convienen y que me acaban rompiendo el corazón.
- Y luego lloras por ellos.
- No por ellos, sino por la acumulación de ellos. No es lo mismo.
- Ya. ¿Y dónde está tu amiga la bollera?
- Allí. Es la rubia que se está liando con esa morena pequeñita del piercing en la lengua.
- ¿Y cómo quieres que sepa qué chica tiene un piercing en la lengua? ¡Ostras! ¡Qué fuerte! ¡Le acabo de ver hasta la campanilla! ¡Y sí, tiene un piercing en la lengua! Oye, pues las dos están bien buenas. Como tú. Tú también estás bien buena.
- No sigas. Ya te he dicho que no eres mi tipo.
- ¿Y por qué no? Soy un capullo. ¿No te van los capullos?
- Los capullos guapos. No te confundas.
- ¿Así que soy un capullo feo?
- No, hombre, no. Eres un capullo normal. Ni guapo ni feo, sino todo lo contrario.
- Ya. Bueno, en realidad tú no estás tan buena, pero a estas horas cualquier agujero me vale para meterla. Además, me caes bien. No eres complicada, como el resto de las tías, sino simple, como un tío. Dices lo que piensas y ya está. No intentas que yo lo adivine. Eso mola. Y más a estas horas y con las copas de más que llevo encima. En fin, no vamos a follar, ¿no? Más que nada porque es un poco tarde y si no hay nada donde rascar me voy a casa, me hago una paja y duermo la mona. No me gusta perder el tiempo.
- Pues entonces vete.
- Vale. Un placer.
- Igualmente.
- ¿Y cómo te llamas?
- ¿No te ibas a hacerte una paja y dormir la mona?
- Ya, pero es que en realidad me gustas. Es más, me gustas mucho. Estuve tres años con mi novia y nunca tuve con ella una conversación tan interesante como la que acabo de tener contigo. Sí, es fácil hablar contigo. Muy fácil. Demasiado fácil. Siempre debería ser así.
- Bueno, eso es porque no me gustas. Cuando el chico me gusta me esfuerzo demasiado en parecerle interesante y no soy yo, sino que me comporto como creo que a él le gustaría que me comportara.
- Eso es un error.
- Lo sé, pero no puedo evitarlo. ¿Puedo hacerte una pregunta?
- Claro.
- Antes has dicho que te asustaba morir solo y que por eso querías tener novia, pero luego me has dicho que ahora te conformas con follarte a alguna chica de vez en cuando. ¿Significa eso que ya no te asusta morir solo?
- No. Ya no me asusta. Ahora lo que me aterra es vivir solo. Morir da igual como lo hagas. La muerte sólo dura un instante, pero la vida puede ser muy larga, sobre todo si no tienes con quien compartirla.
- Pero ya no quieres novia…
- Bueno, conozco a muchos chicos con novia que están mucho más solos que yo, que no tengo novia. No sé si me entiendes.
- Perfectamente.
- ¿Y tú? ¿Tienes miedo de vivir sola?
- Bueno, a mí lo que realmente me asusta es morir sin haber encontrado a mi alma gemela, a mi otra mitad. Me da igual si sólo estamos juntos dos minutos, si lo nuestro es un encuentro fugaz que dura sólo un instante. Necesito encontrarlo, saber que el amor existe, un amor eterno, capaz de perdurar vida tras vida.
- Vaya, así que eres una romántica…
- Sí, sólo que para encontrar a mi príncipe azul, en lugar de besar ranas, me follo a capullos.
- Bueno, a mí me parece un buen método. Tarde o temprano encontrarás a un tío que te folle hasta que se te salten las lágrimas.
- ¿De dolor?
- No, coño, de dolor, no, de placer, hombre, de placer.
- No, coño, de dolor, no, de placer, hombre, de placer.
- Entonces, ¿follamos?
- Creía que sólo follabas con capullos guapos.
- Bueno, toda regla tiene su excepción y tampoco estás tan mal…
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