Están cerca, muy cerca, a sólo dos metros de distancia, pero ya no se ven, no se sienten ni se presienten, ya no se buscan, ya no se duelen, ya no se quieren. Él aprieta la mano de otra. Ella rodea la cintura de otro. Dos metros de distancia que miden el tamaño del abismo que separa a dos almas que antes se fundían incluso cuando no se tocaban. Sopla el viento y el aire esparce su aliento. Él se estremece. Hay olores que aún escuecen y recuerdos que nunca mueren.
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