Dos madres que reniegan del fruto de sus entrañas. Dos locos apartados del mundo. Dos olfatos que no olvidan. Vida tras vida, cambian las narices y las pieles, pero los olores son los mismos, inconfundibles, inimitables, indescriptibles.
Un enfermero le dice a otro que el loco que intentó abrirse la cabeza parece que sonríe.
- Qué va a sonreír.
- Que sí, hombre, míralo. Está sonriendo y parece que hasta nos mira.
- Qué va a sonreír y a mirarnos. Míralo, está tan ido como siempre. ¿No ves cómo se le cae la baba?
- Que sí que sonríe y sí que mira, pero no a nosotros, sino a ésa. ¿Sabes quién es?
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